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sábado, 11 de agosto de 2007

La Huella Luminosa

Dejó a la humanidad más edificios que cualquier otro faraón pero, sobre todo, nos legó para siempre Abu Simbel, la 'Montaña Pura'. Ramsés II, el soberano amante de la arquitectura, ordenó edificar en Nubia dos templos, uno dedicado a su esposa Nefertari y otro a su memoria. La sabiduría de sus arquitectos hizo que su santuario, ubicado en el interior de su templo, siempre estuviese a oscuras. Excepto dos veces al año: el aniversario de su coronación y el de su nacimiento. El próximo 22 de octubre, Abu Simbel volverá a vestirse de fiesta para recordar el ascenso al trono de Ramsés II. En realidad, el faraón comenzó a reinar un 21; pero el traslado del templo por la construcción de la presa de Assuan hizo que el 'fenómeno' se retrasase 24 horas. Ese lunes, antes del amanecer, la gente se arremolinará en el interior del templo, aún en la oscuridad. Los primeros rayos del sol comenzarán a entrar e irán iluminando, por este orden, a las estatuas de Ramsés II, Ra (dios del sol del mediodía) y Amón (dios de lo oculto). Sólo quedará en las sombras el dios de la oscuridad, Ptah.
Los que han acudido a verlo dicen que, hay pocas cosas que impresionen más, aunque la fiesta sigue luego en el exterior del templo: danzas, música, mercadillo, gastronomía local y todo tipo de actividades para recordar al faraón que supo domesticar al mismísimo astro Rey.

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